Bienvenidos

Bienvenidos a la noche vacía, diáfana como un sueño y pesada como el pecado... confusión entre vida y muerte
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domingo, 7 de julio de 2013

Querido diario





Querido diario, tengo algo que contarte:
hoy me tropecé con los sueños
que alguna vez olvidé.

Me la pasé caminando en círculos,
me vestí con la noche y salí
a buscar a la enfermera, que con sus labios
pudiera curar las heridas que le inventé a mi piel.

Le pedí a las brujas, regalarme la
belleza del príncipe que al final del cuento
es un sapo, pero un sapo feliz.

Me hice amigo de los tragos,
me hice amante de la amante
del que no ama, pero busca hacerlo.
Jugué con los corazones de dos santos
que ya eran santos desde
mucho antes de irse al cielo.

Me enamoré de la sonrisa de una virgen,
toqué su muslo desnudo, la besé
y desnudé, luego, todo su cuerpo.

Robé caramelos, monedas,
paz, besos, caricias, sonrisas,
joyas, vidas y almas.

Dormí con la muerte,
se la entregué a otros.
Le tomé una costilla y sembré
un árbol de frutos muertos.


Aprendí de la vida lo que sé de bondad — ¡nada!—
Quisiera decirte muchas cosas más, pero
tus páginas pesan mucho,  incluso apestan,
¡no te soporto!

Pensándolo bien, querido diario;
¡Puedes irte al infierno!
Pero quédate cerrado, porque
si llegara a leerte el diablo,
vendría con toda justicia a reclamar mi eternidad…

Y yo ya no tengo tiempo sino
para comenzar a vivir,
y hablar de sonrisas en esta última
página que te he arrancado…


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