Bienvenidos

Bienvenidos a la noche vacía, diáfana como un sueño y pesada como el pecado... confusión entre vida y muerte
...

jueves, 14 de mayo de 2015

A veces



Voy al mundo ahora
a su tierra suave y verde,
al círculo de soledad
enmarañado en sol y luna.

Voy al descampado a hacerme suyo,
voy a hacerte mía sobre sus trágicas veredas,
en las ramas de sus árboles voy a cosecharte,
arrancarte y morderte con la boca del deseo.

Voy hasta sus cumbres a robar trozos de viento y alcanzarte mientras duermes.

Voy a sus aguas
a rescatar virtudes confundidas con pecado
pretendiendo ser más oportuno para ti.

Voy a todos lados en tu nombre
y busco en todo sitio tu mirada.

A veces eres Dios y Diablo al mismo tiempo; otras tantas, un espejo roto.
Soy a veces tierra negra, polvo estéril; otras tantas, sol y luna.
En ocasiones eres verbo, la palabra;
y otras tantas ni siquiera existes.

miércoles, 21 de enero de 2015

Ciclo




Mitad demonios y mitad hombres
al acecho de la vida que se oculta bajo
el aro oscuro de la luna.

La carrera en el camino largo
a lo impalpable.
Todos hemos ido por las invertidas alas
del deseo latente.
¡Todos hemos arañado con los dientes
esa piel rosada de victoria!

Vueltos brisa al amparo del viento
redimimos nuestros actos y
rezamos para que las miradas
de la virgen no se caigan.
Para que ojos y razón
se mantengan donde deben.

Quemamos las cruces vencidas por la fe
y adornamos otras: más grandes, más fuertes.
Nos clavamos veladoras en el pecho
para llevar el corazón bien iluminado.

Guardamos tierra en los puños,
sembramos sudor y piel,
extendemos campos de luna
donde jugarán los niños que una vez fuimos.

Y finalmente, antes del nacimiento
veremos  colmillos y garras caer
a la ausencia de luz, de donde
serán tomados por alguien más
para continuar el ciclo de Dios. 


lunes, 2 de junio de 2014

Para no morir



Esta forma de mecerme por los días,
de tomar vientos cruzados
sin tener que derrumbarme
ante ninguno.

De pasearme por los tiempos,
por las hojas coronadas
con historias que no cuento,
sino vivo.

Este cambio en mi estructura,
en que alas donde brazos,
en que carne donde piedra,
y ojos donde barro.

Esta fuerza en las entrañas
desquiciando mi garganta,
tensándome las manos, que
se baten empuñadas
sobre el rostro sorprendido
de la indiferencia.

Vivo a muerte en estas  líneas
para besar amaneceres
que no estarán sobre mis cielos;
para cantarte a ti que no me escuchas.

Estas ganas de abrazar la vida,
la música infinita de tu pecho,
la cintura virgen de la poesía;
de penetrar su tierra, de germinarla,
de devolverte a ti los frutos
que en mí maduró.

Esta memoria que te pondrá –a tu manera-
como mi favorito; como la mejor.
Te escribo de Dios para que sepas
que lo hubo, que sus manos fueron
las que te despertaron.

Hablo a mi tiempo y bajo mi cielo
de la luz, de la palabra, de ti,
padre, madre, hermano, amiga;
hablo del amor, para que no se pierda,
para que no me olvides,
porque no quiero alejarme.

Te escribo para no morir
antes de haber vivido…



jueves, 22 de mayo de 2014

Akasha


Cuéntame de mí.
Algo que quizás no sepa.
Lo que no quiera ver, lo que sí,
lo que ni yo debería ignorar.

Dime si floto al vacío,
si me elevo en mi figura
como globo vivo que explora el aire.
Dime a donde te llevan mis palabras.

Cuéntame cómo no debo amarte.
Mírame y dime que no puedo amarte
sin el trozo de papel en que has vivido.
Aviéntame a la luz de la que huyo.

Pícame donde más me duela,
muérdeme donde más me excite,
pon tu silueta junto a la mía,
que vive acechada por el infierno.

Descúbreme los cielos de tu pecho,
escúrreme tu nombre en la garganta,
trepa mi existencia, destruye mi silencio.
Vente a mí; vente en mí.

Deja que los vientos se adelgacen.
Méteme en tu cuerpo hasta que mire con tus ojos.
Cuéntame de todo; cuéntame de ti y de mí:
háblame de la vida...






martes, 13 de mayo de 2014

Debimos...




Debimos dejarnos
las lenguas envainadas,
antes que vestirnos
con sombras asesinas.

Teníamos que emplearlas
en lamernos el sexo,
antes que la soledad
lo hiciera por nosotros.

Debimos devolverle
el cielo a Dios,
porque tú y yo no supimos
cómo trabajarlo:

No sembramos.
No cosechamos ni un fruto dulce...
ahí sigue el puto cielo;
descompuesto, goteando,
¡chorreando aun nuestras lágrimas!

Debimos dejarnos los huesos
bajo la piel, antes que
el diablo los arrancara
para armar, con ellos, marionetas.

Teníamos que vernos desnudos,
teníamos que desnudarnos los ojos para vernos,
para tocarnos,
para no tocar los días, ni las noches.

Debimos curar el cielo,
secar las lágrimas, coser la piel,
besar las cicatrices,
desarmarnos, cortar las cuerdas.

Debimos.
    Debimos...