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Bienvenidos a la noche vacía, diáfana como un sueño y pesada como el pecado... confusión entre vida y muerte
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domingo, 7 de julio de 2013

Mis huellas




Mis huellas sobre el tiempo, quizás  no sean precisas.
A lo mejor se confunden con lo que el mundo quiere ver,
o no son nada de lo que el mundo, ni tú, ni yo necesitamos.
A lo mejor, es una lástima este caminar desgraciado.

Tal vez las alas del viento ya las borraron junto con mi nombre,
y ya los abismos perdieron el eco donde se resguardaban sus 7 letras.
Tal vez lo dejé olvidado en la última botella, tal vez me lo bebí
para que ya nadie tuviera forma de llamarme a donde no quiero ir.

Ha de ser una simple condición de la edad, puede que me esté
poniendo viejo prematuramente. A lo mejor no he escogido bien a mis
amantes. Igual y no me he puesto a experimentar con mi juventud.
A lo mejor soy demasiado joven para entender que he pasado por aquí.

De cuando en cuando me voy sintiendo solo, a veces vacío y otras tantas,
con hambre. No supe nunca de qué lado mascaba mi iguana María, no supe nunca
qué le dolía, ni siquiera sé qué me duele a mí.
¿A quién he de preguntarle si me duele todo, o me duele que nada me duela?

He dedicado mi vida a mí, mis poemas a ti, pero mi tiempo a nadie.
Regalo lo que no tengo y recojo lo que no me pertenece, ¡soy un vil ladrón!
Me quedo con lo mío y me debes el alma si alguna vez te sonreí.
Habito donde las bestias se muerden los rabos para no tener pasado,
y los labios para no tener futuro.
Como lo que encuentro y encuentro lo que quiero, sé bien cómo hacerlo.
No te rías a mi espalda y no te molestes en buscarme los ojos,
no he de mirarte a menos que seas alimento.

No has de encontrar azul mi mirada, a pesar de ver siempre al cielo.
Más bien, luce negra porque sólo de noche veo.
No compraré tu alma, ni he de buscar consuelo en ella.
Debo partir con la luna, debo besarle los labios.

Mis huellas sobre el camino, quizás sean subterráneas
propias del tiempo de sobra que tuve para escribir un poema,
para mojarme los labios y no me duela sonreír,
para mirarte mañana, cuando me dé hambre.

Me como el polvo que se le escapa a la tierra,
porque la tierra se traga mi cuerpo.
Me como poco a poco lo que puedo del mundo,
porque el mundo va también tragándose mis huellas...

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