En la delgada llanura, en la línea que divide
la vida y la muerte, hemos criado aves,
esas que vuelan cual viento
negro.
Nos hemos embriagado con vino
de fuego.
Paleado palabras que pueden o no hacernos
daño.
Supimos a tiempo que el tiempo
nunca sobra,
crecimos despacio y despacio
vivimos.
Confundimos lo bueno y lo malo,
pero nunca nos detuvimos.
Andanzas de gloria y de pena.
Parloteos nocturnos interminables.
Vagamos lo necesario con el
sudor en la espalda
y volvimos al origen sólo para reírnos
de
nosotros mismos.
Nunca hizo falta la aprobación popular,
no hayamos sonrisas en labios ajenos.
No quisimos la lástima de cielos
húmedos,
porque hicimos nacer nuestras
propias nubes.
Jamás me hizo falta más, porque,
al fin y al cabo, mi lugar eras
tú.
Mi vida, mi hogar y destino
eres tú.
Han pasado años y la herida no
cierra.
Ya me sueño hecho de aire para ir
donde tú.
Pero como siempre lo hemos
hecho;
nos veremos de vuelta en el origen.
Brillarán soles y lunas.
Y entonces, el horizonte
volverá a expandirse.