Bienvenidos

Bienvenidos a la noche vacía, diáfana como un sueño y pesada como el pecado... confusión entre vida y muerte
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sábado, 25 de enero de 2014

Poema de medianoche para la que falta en mi cama



Para la que se fue sin pies y sin ropa.
La que no pidió permiso para irse
y se fue masticando un trozo del corazón que
nunca dejó pagado.

Sólo era espuma sobre el café del desayuno,
sólo era agua bajo las flores frente a mi cristo.
Le puse un altar mientras se desnudaba,
toqué las campanas del cielo entre sus senos.

Cantó su silueta tras la ventana baladas de cera,
lamentos de amor retrepado en la azotea,
metido en bolsas negras que le protegieran del sol.

Lo último que vi fue su espalda recta descender por la escalera.
Se me hizo añejo el tiempo pensándola en el vestido oscuro de la noche anterior.
Era bella, la más bella, pues era mía.

Se fue derritiéndose la mirada, caminó entre la hierba,
se hizo de noche, sin aroma, sin tacto, sin el cielo que vivía en sus ojos.
Ahora es sólo una nube mordida derramando el agua de su orgullo…

Poema de media noche para la que falta en mi cama,
para la que amo a muerte, aunque no lo sepa,
aunque no lo necesite, aunque no me extrañe.



Me muero, te mueres




Queda de mí
un poco aun.

Mis manos
llenas de ausencia
te saben bien
de día y de noche.

Te rozan fuerte,
te recortan
de las sombras.

Te visten
de eternidad,
te tallan en luz,
te sujetan a la vida.

Mis ojos
ciegos de ti
se guardan en
esperanza,
se marchitan bajo
tu sombra,
se relamen
contra los años.

Rehusan a abrirse
por soñarte.

Mi rostro
ajado e insomne
se yergue
sobre mis hombros
sin tus brazos.

Pregunta
a quién pertenece,
reclama un atisbo,
un gesto, un pellizco;
cualquier cosa
que le diga que vive.

Es piedra, es silencio.

Es pan
olisqueado y dejado.
Es barro tallado sin forma,
es  muerte pintada
¡y qué fresca la tinta¡

Mi vida
rota por todas partes
se esconde entre tus piernas.
Se eleva por tus senos,
se seca de a poco
en tus manos.

Se tiende en tus labios,
rueda por tu cuello
y retoma su ciclo,
agonizante.

Muero por ti…

Me muero en mis manos,
                     en tus manos.
Me muero en mi rostro,
                      en tus senos.

¡Me muero!
te mueres conmigo,
estás dentro,
eres algo más de mí:

como un corazón
enfermo,
como un pulmón
que no sabe respirar.