Te extraño porque eras fuerte, porque tus brazos soportaban mi peso y la cerveza sabía mejor de tu mano.
Porque tu cabeza brillaba tanto como tu sonrisa. Así que creía verte contento siempre.
Te extraño porque tus ojos hablaban muy bien de tu magia, de tu unión con los espíritus
porque las friegas con alcohol y tabaco me sanaron siempre de mis roñas de escuincle travieso.
Te extraño porque a veces olvido lo que es el miedo y necesito quien me reprenda
quien me ofrezca una taza de leche a pesar de su enojo, quien duerma conmigo y me arrulle hasta dormir.
Te extraño porque eras el más coherente, le pedías no a los dioses invisibles, sino a ella
la ùnica verdad de la vida, la que reina en estos tiempos modernos. La que te sacó cariñosamente de tu soledad...
Tantas arrugas, tan poco cabello blanquizco, tanta simpatía. Eras grande, abuelo
Tan grande que ni la bolsa negra, el cajón y la tierra pudieron tragarte. No, no. Esque no eres leyenda, eres realidad
Esque no se necesitan más explicaciones, moriste cuando te sentiste cansado, nadie pudo contigo, tú decidiste descansar
Pero no lo habrás hecho en vano. Dejaste tu amor, tus enseñanzas. Una caja llena de cassettes y ahí te encuentro
En el olor de la humedad, en el silencio de la noche, en la fuerte voz de Javier Solís, en la ley del monte de Fernández.
Te encuentro en mi rostro, en el color de mi piel, en la caìda diaria de mis cabellos, entre canciones y tequila.
No, señor. Tú no te has ido a ninguna parte, te hiciste invisible para poder seguir abrazándome a tu antojo
Para interceder por mí.
Y si algún día has de irte, marcharemos juntos con tu bella dama, que pronto estará de fiesta, como cada 2 de noviembre...
Bienvenidos
Bienvenidos a la noche vacía, diáfana como un sueño y pesada como el pecado... confusión entre vida y muerte...
viernes, 29 de octubre de 2010
Sin Voluntad
No vino el fantasma de la luz a nublarme la oscuridad
Estoy solo entonces, con una taza de café que me sugiere sus amargos labios una vez más
Ante la presencia divina viviendo en la flama de la veladora; entonces no estoy solo
Todo este tiempo vagó mi mente por el encantador camino de las piernas del pecado
Regocijado mi cuerpo en pétalos rojos, en suaves caricias endulzadas con manos de miel
Toda esta corriente desvocando en mi garganta, en horas de sucio vaivén salpicado de culpa
Llega entonces el momento preciso del arrepentimiento
Ese momento en el que las lágrimas no alcanzan para llorar
En el que las rodillas rascan el suelo para pedir perdón
Y sangran para mostrar que lo hacen de veras
Cuando el cielo ahoga con su lluvia y el sol con sus calientes rayos
Cuando los injustos hacen trinchera bajo su cama para no resultar dañados
¿Qué importa donde se metan, si el propio brillo de sus ojos los quema?
Débil criatura que se arrastra por perdón, que da arañazos para no recibir castigo
Que mientras sorbe el néctar, traiciona a quien juró ser fiel
¿Quién regirá entonces a aquél que no tiene voluntad?
¿Qué vale cuando su amor ya no es suficiente para moverse en su favor?
Duerme ahora el pecado y dormido es indefenso pero más atractivo que despierto
Mueve los párpados y con ellos las pestañas infinitas que caen sobre sus mejillas rosas
Con la boca entreabierta dejando salir el vaho electrizante que enamora
Y la tersa piel del muslo asomándose entre la sábana
Juega limpio su papel de amante infatigable pero mostrar la espalda sería ofrecer la sangre
Ya no sirven las fuerzas para retirar la taza, ya no la voluntad para escapar al beso.
Ni la sangre propia para habitar en este cuerpo.
El viento sopla y la veladora deja de brillar...
Estoy solo entonces, con una taza de café que me sugiere sus amargos labios una vez más
Ante la presencia divina viviendo en la flama de la veladora; entonces no estoy solo
Todo este tiempo vagó mi mente por el encantador camino de las piernas del pecado
Regocijado mi cuerpo en pétalos rojos, en suaves caricias endulzadas con manos de miel
Toda esta corriente desvocando en mi garganta, en horas de sucio vaivén salpicado de culpa
Llega entonces el momento preciso del arrepentimiento
Ese momento en el que las lágrimas no alcanzan para llorar
En el que las rodillas rascan el suelo para pedir perdón
Y sangran para mostrar que lo hacen de veras
Cuando el cielo ahoga con su lluvia y el sol con sus calientes rayos
Cuando los injustos hacen trinchera bajo su cama para no resultar dañados
¿Qué importa donde se metan, si el propio brillo de sus ojos los quema?
Débil criatura que se arrastra por perdón, que da arañazos para no recibir castigo
Que mientras sorbe el néctar, traiciona a quien juró ser fiel
¿Quién regirá entonces a aquél que no tiene voluntad?
¿Qué vale cuando su amor ya no es suficiente para moverse en su favor?
Duerme ahora el pecado y dormido es indefenso pero más atractivo que despierto
Mueve los párpados y con ellos las pestañas infinitas que caen sobre sus mejillas rosas
Con la boca entreabierta dejando salir el vaho electrizante que enamora
Y la tersa piel del muslo asomándose entre la sábana
Juega limpio su papel de amante infatigable pero mostrar la espalda sería ofrecer la sangre
Ya no sirven las fuerzas para retirar la taza, ya no la voluntad para escapar al beso.
Ni la sangre propia para habitar en este cuerpo.
El viento sopla y la veladora deja de brillar...
sábado, 9 de octubre de 2010
Buscando a Dios
Robaré la mañana más soleada de este mes
Brillará en mis ojos como en los tuyos
Dejaré la esperanza crecer bajo la lluvia
Como hierba que el viento acaricia
Y seré lo que no soy, ni lo que fui
Comenzaré lo que siempre quise ser
Caminaré sobre mis pies, no más sobre el agua
Renaceré como fruto de Marzo
Tengo ganas de que el día llegue a mi ventana
Que las sombras respeten su horario
Que el rencor dé paso al perdón
Que el amor inunde mi alma...
Brillará en mis ojos como en los tuyos
Dejaré la esperanza crecer bajo la lluvia
Como hierba que el viento acaricia
Y seré lo que no soy, ni lo que fui
Comenzaré lo que siempre quise ser
Caminaré sobre mis pies, no más sobre el agua
Renaceré como fruto de Marzo
Tengo ganas de que el día llegue a mi ventana
Que las sombras respeten su horario
Que el rencor dé paso al perdón
Que el amor inunde mi alma...
miércoles, 6 de octubre de 2010
Tus noches en mí
Anoche soñé contigo y vi un poco de la realidad
Tu espalda desnuda pegada a mi pecho
Y mis narices entre tus cabellos
Tu rostro inquebrantable durmiendo en mi brazo
Sabía yo, de hecho
Que así tendrían que pasar las horas
Más sin embargo, la dicha me hizo su presa
Lloré mientras te contemplaba
Mientras me mecía en el aire que exhalabas
Digo que lo soñé y no es cierto
Sólo abrí los ojos un momento, pero
Es el efecto que tienen tus días en los míos
Y la magia de tus noches en mí
Tu espalda desnuda pegada a mi pecho
Y mis narices entre tus cabellos
Tu rostro inquebrantable durmiendo en mi brazo
Sabía yo, de hecho
Que así tendrían que pasar las horas
Más sin embargo, la dicha me hizo su presa
Lloré mientras te contemplaba
Mientras me mecía en el aire que exhalabas
Digo que lo soñé y no es cierto
Sólo abrí los ojos un momento, pero
Es el efecto que tienen tus días en los míos
Y la magia de tus noches en mí
lunes, 4 de octubre de 2010
Lluvia nocturna
Se abre el cielo de par en par
Y llora un poco
Su lluvia remueve los viejos poemas
Que dieron vida a las mentes... al alma
Se acercan las olas a besar los riscos
A descansar sobre las blancas arenas, quieren escucharlo también
Se escucha su voz en el panteón
Revive su silueta parda, empuñando su pluma
Gritándole versos al viento nocturno
Que trae en las alas el hedor de rancios años
Un corazón enciende su luz
Y se hace pedazos
Leyendo a Sabines a la media noche
Lloran, lloran de tristeza, de alegia. ¿Qué más podrían hacer ante tanta belleza?
Hombre y cielo llorando juntos, a veces riendo
Uno sobre sus manos y el otro, sobre el suelo de Tuxtla...
Y llora un poco
Su lluvia remueve los viejos poemas
Que dieron vida a las mentes... al alma
Se acercan las olas a besar los riscos
A descansar sobre las blancas arenas, quieren escucharlo también
Se escucha su voz en el panteón
Revive su silueta parda, empuñando su pluma
Gritándole versos al viento nocturno
Que trae en las alas el hedor de rancios años
Un corazón enciende su luz
Y se hace pedazos
Leyendo a Sabines a la media noche
Lloran, lloran de tristeza, de alegia. ¿Qué más podrían hacer ante tanta belleza?
Hombre y cielo llorando juntos, a veces riendo
Uno sobre sus manos y el otro, sobre el suelo de Tuxtla...
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