Escribí dos poemas y un te quiero.
Con los poemas, gané un par de tazas de café.
El te quiero, quise ponerlo en mi corazón
y me lo arrebató el viento.
Caminé en busca de él, recorrí autobuses,
calles, bares, banquetas y no aparecía.
Volví a escribir para ganar platos de comida
que no me sabían a nada con la preocupación.
Subí a la punta del cerro para mirar desde ahí
y tampoco pude hallarlo.
Resignado fui a casa consciente de que ni yo podía quererme.
Entré y al ver tus ojos, comprendí que no todo estaba perdido,
todo estaba donde tenía que estar. Te acercaste a mí,
me abrazaste y tu boca pronunció lo que tanto necesitaba oir:
te quiero, me dijiste.
te quiero, me dijiste.