Me piensas en la forma en que
se hace una oración.
Como arrancándole una estrella
al cielo para
mantenerla a besos sobre la
palma de tu mano, sobre
tu almohada, sobre tus sueños.
Pienso en ti en la forma en que
se desea el pecado.
Mojándome los labios en tu piel
derretida.
Como recoger una piedra para
explorar su sabor,
limpiándola del polvo, para
regresarla un poco más
contenta al suelo.
Tú piensas que yo seré eterno y
yo pienso que ya te estás
acabando.
Pensamos y nos vemos, a veces
sonreímos
y, a veces nos callamos.
Compartimos el tiempo y
compartimos caricias.
El primer beso alumbrando el
alma por un lado
y, por el otro quemándola.
Así; tan mal pensamos ambos.
Lo único que nos une son
nuestros corazones necios.
Tú piensas en mí como en un
santo, pero
te he resultado bastante
Diablo.
Yo pensé en ti como en el juego
del momento,
sufriste cambios en mi mente y
ahora intento
terminarte este rosario.
La verdad es que no es cierto;
ni pensamos, ni nos
equivocamos.
Nos confundimos en el espejo.
Viéndonos
frente a frente tú eres un
cometa que vuela sobre una escoba
y yo sólo crecí lo suficiente
como para
convertirme en tu cielo.
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