Queda
de mí
un
poco aun.
Mis
manos
llenas
de ausencia
te
saben bien
de
día y de noche.
Te
rozan fuerte,
te
recortan
de
las sombras.
Te
visten
de
eternidad,
te
tallan en luz,
te
sujetan a la vida.
Mis
ojos
ciegos
de ti
se
guardan en
esperanza,
se
marchitan bajo
tu
sombra,
se
relamen
contra
los años.
Rehusan
a abrirse
por
soñarte.
Mi
rostro
ajado
e insomne
se yergue
sobre
mis hombros
sin
tus brazos.
Pregunta
a
quién pertenece,
reclama
un atisbo,
un
gesto, un pellizco;
cualquier
cosa
que
le diga que vive.
Es
piedra, es silencio.
Es
pan
olisqueado
y dejado.
Es
barro tallado sin forma,
es
muerte pintada
¡y
qué fresca la tinta¡
Mi
vida
rota
por todas partes
se
esconde entre tus piernas.
Se
eleva por tus senos,
se
seca de a poco
en tus manos.
Se
tiende en tus labios,
rueda por tu cuello
y
retoma su ciclo,
agonizante.
Muero
por ti…
Me
muero en mis manos,
en tus manos.
Me
muero en mi rostro,
en tus senos.
¡Me
muero!
te
mueres conmigo,
estás
dentro,
eres
algo más de mí:
como
un corazón
enfermo,
como
un pulmón
que
no sabe respirar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario