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Bienvenidos a la noche vacía, diáfana como un sueño y pesada como el pecado... confusión entre vida y muerte
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viernes, 3 de agosto de 2012

Mi ciudad de película decadente


Mi ciudad de película decadente,
tienes a tus hijos en la fila del salario,
parados junto a un auto último modelo.
¿Qué consuelo encontrarán en ese saxofón 
hambriento sonando de fondo?
Hambrientas las manos que lo tocan,
lo sopla hambriento también un aliento.

Ricos que tienen más de lo que hacen.
Pobres que sueñan más de lo que duermen.
Rateros cansados de ver caras tristes,
se secan sus manos, pues ya no hay dinero
qué sacar de los bolsillos ajenos.

Sigue confundiéndose la música con el ruido
de motores desgastados, de llantas chocando
contra los baches de la avenida Morelos.

Una parejita de la mano; él es guapo, ella hermosa.
Sonríen con la juventud del amor primero,
ojalá dure más de los tres días que
durará el pago semanal.

Un grupo de mariachis sin guitarras,
ya nadie pide lujos, sólo la voz, voz y canto;
canto y esperanza.

Hacia arriba, uno más, mirando por la ventana,
sentado dentro de su traje y detrás de su
roída corbata, esperando a que lo llamen,
a que lo acepten para hacer también fila en la plaza.

Sigue el saxofón buscando el alimento,
sigo yo sentado, esperando despertar al sueño.
Que despierte y se levante esta mañana
que sea capaz de conseguirme sólo un poco de dinero…

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