Quizás la noche era tan
pálida
como tus cabellos teñidos.
Quizás el beso sin labios que
me diste,
era corto, era inmenso,
destructivo o hasta falso.
No sé dónde perdí mis manos,
pero aparecieron debajo de tu
blusa.
Indignado por la usurpación,
tu brasier me exigió
deshabitar su sitio de inmediato.
Sonreíste más tarde, te
relamiste los labios
después de haberte tragado mi
sonrisa.
No duele la sonrisa robada,
no duelen los labios ajenos.
Nunca un beso puede ser
robado,
pueden siempre los labios
otorgar besos,
mas, nunca regalarlos.
He de confesar que tu cara,
la conocí al final;
primero, fue todo lo demás.
¿Hace cuántos besos que no te
veo?
¿Hace cuánto que tus labios
son míos sin yo saberlo?
Domíname un poco, haz que me
sepa a gloria.
Di que nunca pasó, di que
siempre volverás.
Al fin, dentro de ese café,
fuimos y seremos.
No te conozco, ni me conoces,
pero nos entendemos.
Cállate el nombre, calla tu
vida,
calla el suspiro y vuelve tu
lengua mía.
Ni yo sé mi nombre, no sabe
tu piel de mis manos,
ni la cerveza sabe de mi
razón extraviada.
Respiramos tanto juntos, que
podría decir ahora,
que ese beso, no me supo a
nada.
A decir verdad; nunca
existió,
el Café Dalí, siempre ha sido un
sueño,
y yo, siempre un soñador...
de lo mas chingon! salud ( Gramo Garage 2011)
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